A falta de pienso
FREDDY PÉREZ CABRERA
Cuando hace apenas unos años, los productores porcinos del municipio
Villaclareño de Placetas, Santiago Cuéllar Magdaleno y Orelvis Peñate
Mesa, decidieron iniciar en el país el experimento de la ceba al destete,
muchos los tildaron de locos.
Van a ir a la ruina, decían algunos. Ahí no queda vivo ni un puerquito,
decían otros; y hasta sus propios familiares los aconsejaron para que
desistieran de tal propósito. Mas, como hombres de ley que son, ambos
decidieron correr el riesgo y continuar en el empeño.
Varios años después, la vida ha demostrado de qué lado estaba la razón. Hoy
están entre los mejores productores, con entregas que superan las 100
toneladas, además de ser punteros en el uso de alimentos
alternativos.
Para satisfacción de estos dos colosos, en estos momentos la mencionada
técnica está generalizándose a nivel nacional, logrando altos niveles de
supervivencia de los animales y ahorro de pienso.
Tal es así que, si en el 2010 ese municipio logró producir cerca de 2 500
toneladas de carne, ya el pasado año se acercó a las seis mil, cifra que prevén incrementar este año, según reconoció el médico veterinario,
José Ramírez González, especialista principal de esa rama en el
territorio.
Al respecto destaca la cultura de cría de Placetas, tanto en la ceba como
en la introducción de suplementos alimenticios como el yogur de yuca o
boniato, u otros complementos nutricionales capaces de suplir la carencia
de pienso.
En el 2014 teníamos en Placetas más de 300 criadores vinculados a los
convenios porcinos, muchos de los cuales entregaron más de 100 toneladas
de carne, además de tener una CCS, la Horacio Rodríguez, que aportó más de 700,
mientras otras pujan por incorporarse al movimiento de las 100 toneladas, señala Ramírez.
El secreto ha estado, según él, en que todos han aprendido a no depender
solo del pienso, un producto elaborado a partir de materias primas
importadas como el maíz, la soya y el trigo, con precios cada vez más
inaccesibles en el mercado mundial, razón que los ha obligado a emplear
alimentos como la yuca, el boniato, el sorgo, el girasol, el palmiche y el
caupí, entre otros cultivos.
Además, menciona la labor de capacitación, a través de las propias
cooperativas, entes que contratan la producción de forma directa con los
socios, eliminando así a los intermediarios.
Al respecto señala que la contratación directa ha desempeñado un papel
positivo en el ahorro de recursos, al plasmarse que, mientras menos pienso
consuma en el proceso de ceba, mayor será el precio de compra, elemento
que contribuye a estimular la producción de otros alimentos.
Al destete, la mejor opción
De la sabia de Santiago Cuéllar y Orelvis Peñate han bebido muchos
productores, aunque algunos incrédulos, dudaron inicialmente de sus
resultados.
Hoy los números están ahí, al alcance del análisis de todos, para
demostrar la efectividad de este proceder en el crecimiento porcino.
Según la experiencia de Santiago Cuéllar, si antes de comenzar la ceba al
destete, consistente en recibir el animal a los 33 días de nacido, y no a
los 75 como era antes, la conversión era de casi 4,5 toneladas de pienso
entregadas para retornar una de carne, ellos la realizan ahora con solo
2,26.
Añade el productor que si con anterioridad, la mortalidad constituía un
verdadero azote para la masa porcina, pereciendo hasta un 20 % de los
animales en los primeros meses, con esta nueva forma de cría, de cada 250
animales apenas fallece un cerdito, fenómeno que contribuye a superiores
aportes de carne y a una mayor eficiencia en el ciclo de ceba.
Las razones de estos resultados pueden resumirse en la esmerada atención
recibida por los animales, prácticamente desde que nacen, mucho más
individualizadas que cuando estaban en grandes aposentos, donde eran más
propensos a morir a causa de las diarreas y otras enfermedades, aseguran
los avezados productores.
Yo descubrí hace meses que dándoles pequeñas porciones de yuca cruda, que
esté fresca, desde luego, los brotes diarreicos prácticamente
desaparecen, explica Cuéllar, quien el pasado año cebó 750 animales y
solo perdió dos, resultados de referencia para el resto de los campesinos
de la zona.
Los números de Peñate también resultan halagadores. Desde que inició esta
práctica, por sus manos han pasado alrededor de 2 000 animales, de los
cuales solo ha perdido siete, resultado que se corresponde con el desvelo
y la pasión con que acogió la tarea.
No hay que pensar en el barco
En los logros de los placeteños en la rama porcina, ha influido el cambio
de mentalidad operado en la inmensa mayoría de los productores, quienes no
se han dormido en los laureles pensando en si tendrán o no pienso para
acometer la ceba.
En su lugar han buscado alternativas que han contribuido a la
sostenibilidad de los convenios. La experiencia de Orelvis y Santiago
demuestra cuánto puede lograrse cuando la ciencia está cerca de los
productores.
Decir que el pienso no hace falta es una utopía. Pero asegurar que la
asignación nos va a llegar en tiempo o que vamos a tener todo lo
necesario, como están los precios de los alimentos en el mercado mundial,
es más ilusorio aún. Debemos garantizar el porcentaje de comida que nos
falta, y un poco más si es posible, no hay otra solución, reconoce
Santiago.
Al respecto Peñate explica que un día les hablaron de una variedad de
yuca de mucho rendimiento, llamada Y4, creada por el Instituto Nacional de
Investigaciones de Viandas Tropicales. Nos interesamos en adquirirla y fue
como una bendición. En una hectárea plantamos 10 mil matas, lo que nos
aportó unos mil quintales, con lo cual resolvimos el problema del yogur de
yuca.
Sobre el tema, Santiago Cuéllar apunta que si esa cantidad la convirtieran
en harina de yuca, hubieran obtenido entre 10 y 12 toneladas de materia
seca, mucho mejor que el yogur, sin embargo, si esa misma área fuera
sembrada de maíz daría 1,3 toneladas, y desde el punto de vista
nutricional la diferencia no es mucha.
También han ensayado con otras siembras como el sorgo, un cultivo, según
ellos, muy noble, mucho más resistente a la sequía que el maíz, además de
tener mejores rendimientos; la soya, con potenciales cercanos a dos
toneladas y media por hectárea; el girasol, una planta de secano cuyo
grano es rico en fibras vegetales y de alto contenido de aceite, además
del palmiche y el caupí, todos los cuales son utilizados para suplir la
carencia de pienso.
Cuando hace apenas unos años, los productores porcinos del municipio
Villaclareño de Placetas, Santiago Cuéllar Magdaleno y Orelvis Peñate
Mesa, decidieron iniciar en el país el experimento de la ceba al destete,
muchos los tildaron de locos.
Van a ir a la ruina, decían algunos. Ahí no queda vivo ni un puerquito,
decían otros; y hasta sus propios familiares los aconsejaron para que
desistieran de tal propósito. Mas, como hombres de ley que son, ambos
decidieron correr el riesgo y continuar en el empeño.
Varios años después, la vida ha demostrado de qué lado estaba la razón. Hoy
están entre los mejores productores, con entregas que superan las 100
toneladas, además de ser punteros en el uso de alimentos
alternativos.
Para satisfacción de estos dos colosos, en estos momentos la mencionada
técnica está generalizándose a nivel nacional, logrando altos niveles de
supervivencia de los animales y ahorro de pienso.
Tal es así que, si en el 2010 ese municipio logró producir cerca de 2 500
toneladas de carne, ya el pasado año se acercó a las seis mil, cifra que prevén incrementar este año, según reconoció el médico veterinario,
José Ramírez González, especialista principal de esa rama en el
territorio.
Al respecto destaca la cultura de cría de Placetas, tanto en la ceba como
en la introducción de suplementos alimenticios como el yogur de yuca o
boniato, u otros complementos nutricionales capaces de suplir la carencia
de pienso.
En el 2014 teníamos en Placetas más de 300 criadores vinculados a los
convenios porcinos, muchos de los cuales entregaron más de 100 toneladas
de carne, además de tener una CCS, la Horacio Rodríguez, que aportó más de 700,
mientras otras pujan por incorporarse al movimiento de las 100 toneladas, señala Ramírez.
El secreto ha estado, según él, en que todos han aprendido a no depender
solo del pienso, un producto elaborado a partir de materias primas
importadas como el maíz, la soya y el trigo, con precios cada vez más
inaccesibles en el mercado mundial, razón que los ha obligado a emplear
alimentos como la yuca, el boniato, el sorgo, el girasol, el palmiche y el
caupí, entre otros cultivos.
Además, menciona la labor de capacitación, a través de las propias
cooperativas, entes que contratan la producción de forma directa con los
socios, eliminando así a los intermediarios.
Al respecto señala que la contratación directa ha desempeñado un papel
positivo en el ahorro de recursos, al plasmarse que, mientras menos pienso
consuma en el proceso de ceba, mayor será el precio de compra, elemento
que contribuye a estimular la producción de otros alimentos.
Al destete, la mejor opción
De la sabia de Santiago Cuéllar y Orelvis Peñate han bebido muchos
productores, aunque algunos incrédulos, dudaron inicialmente de sus
resultados.
Hoy los números están ahí, al alcance del análisis de todos, para
demostrar la efectividad de este proceder en el crecimiento porcino.
Según la experiencia de Santiago Cuéllar, si antes de comenzar la ceba al
destete, consistente en recibir el animal a los 33 días de nacido, y no a
los 75 como era antes, la conversión era de casi 4,5 toneladas de pienso
entregadas para retornar una de carne, ellos la realizan ahora con solo
2,26.
Añade el productor que si con anterioridad, la mortalidad constituía un
verdadero azote para la masa porcina, pereciendo hasta un 20 % de los
animales en los primeros meses, con esta nueva forma de cría, de cada 250
animales apenas fallece un cerdito, fenómeno que contribuye a superiores
aportes de carne y a una mayor eficiencia en el ciclo de ceba.
Las razones de estos resultados pueden resumirse en la esmerada atención
recibida por los animales, prácticamente desde que nacen, mucho más
individualizadas que cuando estaban en grandes aposentos, donde eran más
propensos a morir a causa de las diarreas y otras enfermedades, aseguran
los avezados productores.
Yo descubrí hace meses que dándoles pequeñas porciones de yuca cruda, que
esté fresca, desde luego, los brotes diarreicos prácticamente
desaparecen, explica Cuéllar, quien el pasado año cebó 750 animales y
solo perdió dos, resultados de referencia para el resto de los campesinos
de la zona.
Los números de Peñate también resultan halagadores. Desde que inició esta
práctica, por sus manos han pasado alrededor de 2 000 animales, de los
cuales solo ha perdido siete, resultado que se corresponde con el desvelo
y la pasión con que acogió la tarea.
No hay que pensar en el barco
En los logros de los placeteños en la rama porcina, ha influido el cambio
de mentalidad operado en la inmensa mayoría de los productores, quienes no
se han dormido en los laureles pensando en si tendrán o no pienso para
acometer la ceba.
En su lugar han buscado alternativas que han contribuido a la
sostenibilidad de los convenios. La experiencia de Orelvis y Santiago
demuestra cuánto puede lograrse cuando la ciencia está cerca de los
productores.
Decir que el pienso no hace falta es una utopía. Pero asegurar que la
asignación nos va a llegar en tiempo o que vamos a tener todo lo
necesario, como están los precios de los alimentos en el mercado mundial,
es más ilusorio aún. Debemos garantizar el porcentaje de comida que nos
falta, y un poco más si es posible, no hay otra solución, reconoce
Santiago.
Al respecto Peñate explica que un día les hablaron de una variedad de
yuca de mucho rendimiento, llamada Y4, creada por el Instituto Nacional de
Investigaciones de Viandas Tropicales. Nos interesamos en adquirirla y fue
como una bendición. En una hectárea plantamos 10 mil matas, lo que nos
aportó unos mil quintales, con lo cual resolvimos el problema del yogur de
yuca.
Sobre el tema, Santiago Cuéllar apunta que si esa cantidad la convirtieran
en harina de yuca, hubieran obtenido entre 10 y 12 toneladas de materia
seca, mucho mejor que el yogur, sin embargo, si esa misma área fuera
sembrada de maíz daría 1,3 toneladas, y desde el punto de vista
nutricional la diferencia no es mucha.
También han ensayado con otras siembras como el sorgo, un cultivo, según
ellos, muy noble, mucho más resistente a la sequía que el maíz, además de
tener mejores rendimientos; la soya, con potenciales cercanos a dos
toneladas y media por hectárea; el girasol, una planta de secano cuyo
grano es rico en fibras vegetales y de alto contenido de aceite, además
del palmiche y el caupí, todos los cuales son utilizados para suplir la
carencia de pienso.
0 comentarios